¿Comodidad? Lugares comunes
Una de las herramientas básicas que usamos los abogados en el acompañamiento del proceso judicial, es el entrenamiento de las habilidades emocionales. En esta entrada vamos a enfocarnos entre la diferencia de la percepción de cómo quisiera que fuesen las cosas, y el conocimiento que tiene que ver con lo que es. La necesidad de tomar distancia con la infinidad de situaciones complejas que vivimos, es imprescindible para poder actuar objetivamente, y sólo se logra con un trabajo de apertura de conciencia. En nuestro blog, realizaremos entradas sobre el entrenamiento de estas habilidades que esperamos os sean de utilidad.
Todas las personas
queremos vivir mejor, y para eso nos hacemos preguntas
constantemente. Este ejercicio es muy positivo cuando se hace desde
la profundidad, buscando sinceridad con nuestras inquietudes. ¿qué
quiero? ¿qué me pasa? ¿quién soy? ¿qué me atemoriza?
Es necesario saber
que este interrogatorio también puede volverse ineficaz cuando las
preguntas se amoldan a fantasías infantiles que sólo nos sirven para acomodarnos y no para vivir de forma
adulta. Estas ensoñaciones suelen ser un obstáculo para nuestro
bienestar.
Cuando
sufrimos o tenemos problemas, buscamos respuestas confiables. Creemos
que necesitamos guías porque estamos temerosos del vacío interior y
de la incertidumbre que se nos plantea en los momentos difíciles, así que caemos en los llamados LUGARES COMUNES. (las opiniones de los demás,
las frases hechas, los determinismos vitales aceptados, la “cultura
popular”...). Son todas ellas creencias imaginarias...
Es
necesario salir del dilema de los lugares comunes. Para eso tenemos
que abstraernos de lo que nos viene de fuera y hacernos todas las
preguntas, aunque no haya respuestas. Y cuando vengan las respuestas,
saber que no serán ni bonitas ni feas, simplemente serán. Somos nosotros los que nos apresuramos a catalogar estas respuestas y sus
emociones con alguna etiqueta conocida, para luego juzgarla como positiva o
negativa.
Tenemos
que asomarnos al vacío y a la soledad de la propia existencia y
preguntarnos qué queremos, qué deseamos, en esencia, para nosotros
mismos y para todos los que amamos. Tenemos que contemplar nuestro
corazón y respetar nuestras limitaciones para no llenarnos el alma
con medicinas equivacadas.